No Human Being is Illegal :: Ninguno de nosotros es prescindible

May Day 2017, San Francisco. Photo by Brooke Anderson

 

Peace is not the product of terror or fear.
Peace is not the silence of cemeteries.
Peace is not the silent result of violent repression.
Peace is the generous, tranquil contribution to the good of all.
Peace is dynamism.
Peace is generosity.
It is right and it is duty.
— Father Oscar Romero, murdered by the Salvadoran military on March 24, 1980

Dear Community,

As an immigrant and organizer who comes from the base, I am deeply enraged by this latest attack on immigrants – the removal of Temporary Status Protection (TPS) from more than 200,000 Salvadoran people. It is yet another strike against our community.

It is a particularly vicious one that targets some of the most vulnerable refugees displaced from the Central American wars of the 80s, to today’s unaccompanied minors whose deportations can mean a death sentence.

In this most recent anti-immigrant act, fear mongering, criminalization and dehumanization of Central Americans have been tools used to sway the public into believing some of us are disposable.

This decision is not only unacceptable but contrary to all we hold dear as an inclusive Sanctuary Bay Area.

Our immigrant rights movement stands on the shoulders of Central Americans. After seeing their dreams of a just revolution in their homelands shattered, they found their way here, building a more immigrant-welcoming community that inspired transformation across the country and internationally and made this country safer and more committed to democracy and human kindness for all of us.

The U.S. has a long history of political, economic and military aid to counterrevolutionary elites in Central America that has detonated class conflict into deadly wars against the poorest and most in need of justice in this region.

Together let us counter this with a stronger, more united internationalist immigrant movement — one that abandons anti-Blackness, the rhetoric of meritocracy, and that makes our disposability acceptable.

From School of the Americas,to the millions of dollars that the Reagan administration provided to paramilitary forces in the late 80’s – the origins of the mass migration crisis of Central Americans into the U.S and other countries is rooted in U.S. policies.

Thousands upon thousands of people fled civil war violence then, and this forced migration continues to today with U.S. economic interventionism and the war on drugs.

The recent decisions of the administration to end Temporary Protected Status for Salvadorans, Haitians and Nicaraguans, as the decision to ban entry of refugee visitors from Syria, Iran, Somalia, Yemen, Libya, North Korea, Chad and Venezuela – not to mention the end of DACA, are all pointed attacks against vulnerable working class families.

Together let us counter this with a stronger, more united internationalist immigrant movement — one that abandons anti-Blackness, the rhetoric of meritocracy, and that makes our disposability acceptable.

All of us have inherent worth. Not one of us is expendable.

Upholding the legacy of Central American migrant leaders, we will continue to fight to expand sanctuary, build grassroots democracy and build a path toward liberation and human development. Our cities will become havens of hope in a time of much-needed transformation.

Let’s keep building together and strengthen a movement that embraces peace forged by justice, and that embraces the value that no human being is illegal or disposable.

Yours in Solidarity,
Kitzia Esteva-Martinez
Co-Director, Community Rights

**Art by Fernando Martí

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May Day 2017, San Francisco. Photo by Brooke Anderson

Ninguno de nosotros es prescindible

La paz no es producto del terror ni del miedo.
La paz no es el silencio de los cementerios.
La paz no es producto de una violencia y de una represión que calla.
La paz es la aportación generosa, tranquila, de todos para el bien de todos.
La paz es dinamismo.
La paz es generosidad, es derecho y es deber.
– Monseñor Oscar Romero, asesinado por los militares salvadoreños el 24 de marzo de 1980

Mi querida comunidad,

Como inmigrante y organizadora que proviene de la base, estoy profundamente indignada por este último ataque contra los inmigrantes: la eliminación de la protección de estatus temporal (TPS por su siglas en inglés) de más de 200,000 personas salvadoreñas. Es un ataque más contra nuestra comunidad.

Un ataque particularmente despiadado que se centra en algunos de los refugiados más vulnerables desplazados por el imperialismo estadounidense. Desde los refugiados de las guerras y de los problemas económicos de la América Central de los años 80 hasta los menores no acompañados de hoy cuyas deportaciones pueden implicar una sentencia de muerte.

En este acto más reciente contra los inmigrantes, la campaña de miedo, la criminalización y la deshumanización de los centroamericanos han sido las herramientas utilizadas para influir la opinión pública para que crean que algunos de nosotros somos desechables.

Para muchos de los miembros de nuestra comunidad, especialmente en el área de la Bahía, esta decisión no solo es inaceptable, sino que es contraria a todo lo que apreciamos como santuario inclusivo en el área de la Bahía.

Nuestro movimiento por los derechos de los inmigrantes se apoya en los hombros de los centroamericanos que, después de ver destrozadas sus sueños de una revolución justa en sus patrias, vinieron hasta acá y al hacerlo, construyeron una comunidad con una mayor aceptación y acogida a los inmigrantes que inspiró la transformación en todo el país e internacionalmente, e hizo que este país fuera más seguro y estuviera más comprometido con la democracia y la bondad humana para todos nosotros.

Los Estados Unidos tienen una larga historia de ayuda política, económica y militar a las elites contrarrevolucionarias en la América Central que ha detonado el conflicto de clases en guerras mortales contra los más pobres y los más necesitados de justicia en esta región.

Juntos contrarrestemos este intento con el movimiento internacionalista de inmigrantes más fuerte y más unido que hayamos hemos formado jamás. Uno que abandone la anti-negritud, y la retórica de la meritocracia y de la respetabilidad que hace que sea aceptable el que seamos desechables.

Desde la Escuela de las Américas, hasta los millones de dólares que el gobierno de Reagan les proporcionó a las fuerzas paramilitares a fines de la década de los 80, los orígenes de la crisis migratoria masiva de centroamericanos a los EE. UU. y a otros países tiene sus raíces en el imperialismo estadounidense.

Miles y miles de personas huyeron de la violencia de la guerra civil en aquel entonces, y esta migración forzada sigue hasta el día de hoy en la medida en que los EE. UU. continúa con el intervencionismo económico y la guerra contra las drogas.

Las recientes decisiones de la administración de terminar con la protección de estatus temporal (TPS por su siglas en inglés) para los salvadoreños, los haitianos y los nicaragüenses, así como la decisión de prohibir la entrada de los visitantes refugiados de Siria, Irán, Somalia, Yemen, Liberia, Corea del Norte, Chad y Venezuela, sin dejar de mencionar el fin del programa de DACA, todos son ataques agudos contra las familias vulnerables de clase obrera

Juntos contrarrestemos este intento con el movimiento internacionalista de inmigrantes más fuerte y más unido que hayamos hemos formado jamás. Uno que abandone la anti-negritud, y la retórica de la meritocracia y de la respetabilidad que hace que sea aceptable el que seamos desechables.

Todos nosotros tenemos un valor inherente. Ninguno de nosotros es prescindible.

Continuando con el legado de los líderes migrantes centroamericanos, seguiremos luchando para expandir el santuario, construir una democracia de base y construir un camino hacia la liberación y el desarrollo humano. Nuestras ciudades se convertirán en puertos de refugio de la esperanza en un momento de transformación muy necesaria.

Debemos continuar construyendo y fortaleciendo un movimiento que apueste por la paz forjada por la justicia, y que acoja el valor de que ningún ser humano es ilegal o desechable.

En solidaridad,
Kitzia Esteva-Martinez

**Arte por Fernando Martí

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